
“¿Cómico, verdad? Uno llega a saber cómo se dice una cosa en dos idiomas,
y aún de distintos modos en cada idioma,
pero no sabía qué era la cosa.”
R. Walsh
y aún de distintos modos en cada idioma,
pero no sabía qué era la cosa.”
R. Walsh
¿Cómo se representa lo subalterno? ¿Cómo puede un texto representar una dimensión que no forma parte de sus condiciones de producción? Los medios audiovisuales tienden a poner en escena una corporalidad arquetípica como ilusión de desaparición de la mediación. Así, la voz subalterna aparece soportada por el propio cuerpo. Decimos que se trata de una ilusión, dado que si esta voz pudiera apropiarse del medio para representarse a sí misma perdería la condición de su subalternidad.
A Rodolfo Walsh se lo reconoce principalmente por su actividad de investigación periodística y por la “invención” del género reportaje de ficción; pero además ha escrito numerosos cuentos que, si bien están del lado de la ficción, aparecen anclados en la experiencia de la lucha proletaria. Hay una anécdota que él cuenta en relación a su metodología de trabajo y que se resume en la siguiente impresión:
Vi morir un conscripto en La Plata, que al morir no dijo “Viva la Patria”, sino que gritaba:
- No me dejen solo, ¡hijos de puta!
Esta anécdota nos dice mucho sobre el abordaje de lo popular y sobre la habilidad metodológica que se propone desarrollar. Para Walsh, la verdad no está en el mármol, sino en la voz subalterna, a la que hay que saber recoger y escuchar con respeto en la experiencia directa.
En el cuento del mismo autor, “Nota al pie”, del cual hemos extraído la cita del comienzo, encontramos genialmente simbolizada esta tensión entre la voz letrada y la voz popular. Lo popular es en Walsh el camino y la clave para reconstruir una verdad histórica. El cuento le sirve para exhibir, entre otras cosas, la arbitrariedad en esta relación de representación. Expone el diálogo entre una voz letrada y otra que quiso serlo. El texto derrama esta tensión en tres dimensiones (gráfica, sintáctica y de clase). Gráficamente y sintácticamente, a medida que avanza la lectura, la voz proletaria -como nota al pie- va ganando terreno y se va volviendo cada vez más importante para entender la causa del suicidio de León, un traductor contratado. En ella reside la verdad y no en la mirada de su editor, cuya voz es el soporte de lo que, al inicio del cuento, parece ser el hilo principal de los acontecimientos:
A los ojos del protagonista del texto “principal” –Otero, el editor- León se ha vuelto loco. No consigue comprender el enigma de su muerte. La fealdad de su habitación en la pensión y hasta su propia fealdad eran culpa del mismo León. Él había elegido esa vida para sí mismo. Era sacrificada en verdad; pero aún más sacrificado era ser un editor, alimentar los sueños de la gente e inculcar al pueblo una cultura, acercarle las obras principales. León sólo debía considerar el tiempo que le tomaría a un hombre como él, de una cultura mediana llena de lagunas, escribir una novela. Y lo poco que le pagarían por ella. Sin duda, estaba mejor como traductor. Era lo más cerca que podía llegar de ejercer un verdadero arte: borrar su personalidad, pasar inadvertido y escribir como otro sin que nadie lo note.
Otero elabora distintas hipótesis sobre la causa de su auto- envenenamiento: conflictos de la infancia, ausencia de los padres, la fealdad y la dejadez que le habían impedido conseguir una mujer. Consideraba que siempre había sido generoso con León; pero su complacencia en la desgracia, el lamento constante y la miseria de éste lo abrumaban, al punto de que en los últimos días lo había hecho atender por su secretaria. El suicidio era la escapada de un mediocre, “un símbolo del desorden de los tiempos”, un acto que ponía en duda los valores. Tal vez había sido, incluso, demasiado blando, demasiado bueno con él. Si hasta en un acto de generosidad, una vez le había regalado medio aguinaldo…
¿Quién es el protagonista? En apariencia, Otero, la voz letrada mediada por otra voz letrada –la de Walsh. El pensamiento de Otero es apenas una estigmatización sobre la vida de un subalterno. Pero a medida que avanza el cuento, León parece tener voz propia. La verdad reside en su experiencia subjetiva, en la causa popular:
León trabajaba en un taller mecánico, su cuerpo era portador de las marcas que encarnaban su tiempo de trabajo. León soñaba con dejar de ser un obrero y para lograrlo se inscribió en las academias Pitman. Logró recibirse de traductor de inglés mediante una educación práctica. Construyó una auténtica intimidad con los objetos de trabajo cotidiano, especialmente el diccionario –con el que mantiene diálogos fantásticos. A fuerza de desvelos pudo ir mejorando cada vez más sus traducciones, a medida que fue teniendo acceso a las obras literarias de la cultura letrada occidental. Consiguió su primer trabajo intelectual pago. Poco a poco fue burlando los textos, introduciendo estrategias para ganar tiempo y artilugios intelectuales propios, fantaseando que él mismo podía escribir. Logró el reconocimiento de la Casa (la editorial para la cual trabajaba y que le pagaba por página traducida, sin importar el tiempo que había dedicado a ella). Se creía privilegiado, lejos de aquellos que manejaban tornos, amasadoras, guinches. Sin embargo, León no pudo salir materialmente de su miseria. Tenía un solo traje de franela para invierno y verano, con mucho esfuerzo lograba pagar puntual su alquiler, había debido empeñar su Remington y continuar en forma manuscrita. Intelectualmente, seguía subordinado a los lineamientos del editor. Se comparaba con sus competidores, otros traductores, en función de la crítica que aparecía en los periódicos. León era muy bueno en lo que hacía, pero todo su crédito simbólico se reducía a tres iniciales colocadas al pie del título, apenas en cuerpo 6. Doce años. Sesenta millones de golpes de máquina. Sus dedos estaban maltratados. Comía mal, dormía mal, su cuerpo sufría las dolencias de aquellas noches de trabajo. Los empleados del taller apenas prestaban sus cuerpos, en cambio él, además alquilaba su alma.
Finalmente, no ha dejado de ser un obrero, está solo y cansado. No ha cumplido su sueño, está decepcionado de su destino...
Tanto, que decide suicidarse.
MEB
MEB
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Descargar el cuento:
http://niusleter.com.ar/biblioteca/RodolfoWalshNotaalpie.pdf
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